Tuesday, September 8, 2009

OTRA VICTIMA DE LA CIUDAD

Es la ciudad de todos y de nadie, la capital del estado y de la desigualdad, la urbe de las oportunidades y de la indiferencia; en fin, Bogotá con 471 años de historia e historias en cada calle, pasaje y camino que la entretejen pero a la vez la dividen. En medio de esta ciudad se desarrolla en una de sus calles con más historia, la trajedia de Arturo, un hombre trabajador que hasta aquel día vivía su vida como cualquier otro ciudadano.

Arturo es ese ciudadano típico que día tras día se levanta temprano - otras veces no - para tratar de estar a tiempo en su misma silla, en el mismo escritorio frente al mismo computador que lo soportan desde hace 2 monotonos años. Siempre hace lo que tiene que hacer, nunca màs, nunca menos, y al final del día abandona su silla, su escritorio y su computador hasta la siguiente mañana, haciendo calculos vagos pero satisfactorios de cuantos días faltan para el fin de semana.

Pero esta rutina se la arrebataría a Arturo un sujeto oscuro y perverso, poseído por uno de tantos demonios que se engendran en esta ciudad.

Era un típico miercoles para Arturo y la ciudad lo esperaba para atraparlo en sus fauses letales de pitos impacientes, andenes ahogados de revistas, discos, arte indigena y hasta la cura para cualquier mal -excepto para el mal en sí - en fín, dispuesto a enfrentar al mounstruo de la septima.
Dicen que la impaciencia es mala consejera, y Arturo si que puede afirmar eso. Parecía que la querida Bogotá lo quería abandonar y hacerle pasar un mal rato obligandolo a caminar más y más dentro de ella; llevaba una interminable hora esperando que ella le enviara uno de sus colmados carruajes frios pero a la vez bulliciosos de vallenato o salsa. Toma entonces la decisión - tal vez la última - de hacer un llamado, casi suplica, a una de esas carrozas andantes soleados pero que en su interior llevaba a la oscuridad del miedo y la agonía.
El dictador de la carroza enseguida reconoce a su victima y acepta friamente la suplica de Arturo. Arturo le da las instrucciones de como llegar a su morada y en seguida parten a su destino final. Aquel ser maléfico usa sus estrategias de engaño y logra que su víctima tome un magazin, sin sospechar que éste esta impregnado entre sus hojas con una perversa pósima complice de Morfeo. En seguida Arturo empieza a sentirse en un mundo Picassiano e incomprensible, hasta que finalmente desfallece. El demónio conduce impacientemente su maldita carroza hasta los tugurios más reconditos de la ciudad, donde no puede esperar para desatar su maldad sobre nuestro amigo.
Al llegar a su guarida el demonio encarnado sin más espera comienza a despojar a Arturo de sus más valiosos lujos y articulos que con tanto trabajo había logrado conseguir; pero también lo despoja de su dignidad, su valor y su orgullo. Era como una hiena que acaba de cazar su presa y no deja ni un solo rastro del ser que era. Mientras todo esta tragedia transcurria, Arturo seguía en su mundo morfeico donde no tenía ni el más mínimo indicio de lo que la realidad le estaba construyendo. El descarado seguía gozando con su captura y empezó a maquinar en su mente más formas de seguir torturando a nuestro amigo, pero de pronto vió que su victima estaba volviendo en sí, y podría reconocerlo. Así que cuál carroñero, volvió con su presa a la carroza para dejarlo abandonado y malerido más tarde en medio de un oscuro y frio potrero a las cercanias de la ciudad.